lunes, 14 de enero de 2019

LA CASA DE AMENEDO BULEVARD un cuento de terror PARTE 2

CAPITULO 2 EL PERSEGUDOR
 inmediatamente sintió el placer de caminar aplastando, pateando y haciendo crujir las hojas secas debajo de sus borceguíes de gamuza, era incomprensible esa sensación pero muy placentera, se sentía como una princesa perdida en un bosque y se imaginaba con un amplio vestido de seda roja, pero su imagen era muy otra, lo único lujoso en ella eran sus cabellos largos rubio rojizos que caían hasta la mitad de su espalda, su ropa era casi varonil ,sus padres no entendían este cambio y se asustaban cuando ella le sacaba camisas a su hermano para ponérselas, desde hacía un tiempo, desde que entró en la pubertad temía mostrar su cuerpo, tenía 13 años y ya sufría el acoso de los hombres, ella no comprendía muy bien de donde salían todos esos tipos, algunos de la edad de su padre que le decían inmundicias impronunciables, pero ese día no pensaba en eso, solos sentía el olor a humedad mezclado con la resina de los árboles, sentía la tibieza del sol y la belleza de la alfombra dorada ,ocre, amarilla y marrón a sus pies, cuánta belleza, ella era una niña sencilla y natural a la que no le gustaba el plástico de las muñecas y sus vestidillos ridículamente pequeños, prefería jugar con hojas ,barro, ramas, trepar árboles ,correr en su bicicleta y claro ,los libros.. y la música, y así caminaba la niña feliz e incosnciente de los peligros que acechan a alguien como ella en una calle poco transitada, practicamete sin negocio, y con antigua y altivas mansiones de la época en que la oligarquía veraneaba en Adrogué, por eso no pensó mal cuando vió acercarse una bicicleta por la vereda , y se apartó para dejarle paso, pero el hombre torció el manubrio hacia ella y casi la rozó al mismo tiempo que soltaba una de esas frases obscenas_ te la chupo toda, nena!, no pudo ver su rostro, llevaba un gorro que lo ocultaba, pero cada vez que vivía estos hechos disruptivos sentía el mismo horror, nunca se acostumbraría, y era tal la vergúenza que nunca pudo contárselo a nadie, ni a su madre, a su padre menos, y tampoco a sus amigas, siempre era inquietante, disruptivo y perturbador como esas cajas de las pelis de terror donde surge de golpe la cabeza de un payaso burlón en el extremo de un resorte, esta vez casi queda paralizada pero se esforzó por seguir caminando tranquila cuando escuchó lo que tanto temía ,los dos golpes secos de la bici en el cordón bajando a la calle y dos golpes mas subiendo a la vereda, el maldito estaba pegando la vuelta y esta vez venía a toda velocidad, ni intentó darse vuelta para mirar, no había tiempo, su oído finísimo le avisó de todo, venía hacia ella , el zumbido de las ruedas era espeluznante, entonces sintió las mil agujas en su cuerpo que anunciaban a la descarga de adrenalina y corrió con todas sus fuerzas, el corazón le golpeaba en los oídos, y le dio gracias al cielo al ver un pequeño portón de madera pintado de verde entreabierto, no lo dudó, se metió en la casa, corrió por el sendero de lajas blancas dispuestas sobre el pasto crecido y desparejo y se detuvo dentro del zaguán frente a una enorme puerta de madera oscura en la que se destacaba un llamador de bronce pulido con diseño de cabeza de león, ansiosa miró hacia la salida, al portón verde deseando que su acosador se hubiera marchado, pero no , el seguía allí , se ocultaba burdamente tras los ligustros, menos mal que es idiota,pensó Zenobia  un poco divertida a pesar del momento, el inútil no se daba cuenta que media rueda delantera quedaba al descubierto, asi que pensó , solo tengo que esperar aquí hasta que se vaya y rogar que no salga el verdadero dueño de casa.
  Esta no era la primera vez que Zenobia era víctima de acoso por parte de hombres mayores, cada vez que le ocurría sentía el mismo pánico paralizante, por suerte esta vez pudo correr y meterse en este lugar a pesar que le daba aún mas miedo de quien podría abrir esa pesada puerta con el llamador de bronce, ansiosa de que esta pesadilla terminara, volvió a mirar hacia los ligustros de la entrada y allí seguí la media rueda de la bicicleta del perseguidor, y más pánico sintió cuando vió la rueda moverse, entonces temió que ese hombre se quedara allí para siempre y pensó que si tardaba su madre comenzaría a preocuparse y Zenobia no quería añadir mas problemas a la vida de ella, así que se atrevió a tomar el brillante llamador y golpear tres veces toc toc toc el sonido tuvo una leve resonancia como si la casa estuviera vacía, se le aceleró el corazón pensando que diría si alguien abriera esa puerta, volvió a mirar al porton de entrada y allí estaba su acosador mirándola, primero vió el rostro de un hombre común pero luego sonrió con una risa sardónica y le dijo;-te la voy a chupar y te va a gustar nena- y sus facciones tomaron la forma de un payaso tétrico, fué un instante y desapareció, la niña quedó sin reacción entre la espada y la pared, temía salir y que el se encontrara todavía allí o esperándola en la esquina y al mismo tiempo tenía miedo de que alguien saliera de la casa y fuera aún peor que ese ser de la bicicleta

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